las tardes mágicas de la ciudad de wuhan que cambiaron mi vida

subir a la cima de un edificio es una experiencia mágica; particularmente aquí en la ciudad de wuhan. las azoteas no están bajo estricto control, pero puedo decir que una vez cuando estaba en el piso treinta y cuatro de un edificio en la esquina de 街道口, solo diez pasos antes de llegar al acceso a la azotea, tres perros doberman comenzaron a ladrar y pusieron mi corazón a más de doscientos por minuto; habían tres perros enjaulados cuidando el pasillo que desembocaba en la majestuosa azotea. en ese momento, honestamente, no sabía si correr hacia arriba o hacia abajo era mejor

en la mayoría de las azoteas se puede esperar una similitud muy singular: son espacios no utilizados que se sienten particularmente abandonados; y por eso me resultan tan atractivos. la primera vez que teché, fue por destino; por casualidad

el dormitorio donde vivía mientras estudiaba mi posgrado era un edificio de cuatro pisos, ubicado en el centro geográfico de la ciudad de wuhan. pintado de rosa por fuera y completamente blanco por dentro, me entregó sensaciones muy extrañas cuando cargaba mi equipaje de cuarenta kilogramos hacia arriba, a la habitación que me asignaron en el cuarto piso. cuando crucé el portal de la habitación, caí derribado y desperté al día siguiente. el sentimiento de soledad de los siguientes días me dio fuerzas para explorar; fue entonces cuando encontré el primer techo de mi vida, era pacífico, sin alma, con tuberías oxidadas y plantas que naturalmente crecían libres

ese día, mi vida cambió

la azotea de la residencia para estudiantes extranjeros de la universidad tecnológica de wuhan en donde viví

comencé a explorar los edificios alrededor de mi universidad; solo y con amigos. dominé la técnica del techado y terminé en los tejados de centros comerciales, hoteles y oficinas, de cuatro pisos a cuarenta y ocho

escrito originalmente el 9 de septiembre del 2011 desde la residencia para estudiantes extranjeros de la universidad tecnológica de wuhan