una pequeña casa, una segunda oportunidad

crucé el portal de abuelas llorando, niños, desconocidos y algunos otros. caminando débilmente, como en la última maratón, llegué. sentado, caminando. así ha sido mi vida. y, no es diferente de los demás. otros: pensar demasiado, creer en lo salvaje allá afuera; calles ruidosas, neones brillantes y cielos llenos de humo

desde santiago llegué a shanghái y tomé un tren nocturno hacia wuhan; esta es la vista al llegar a la ciudad de wuhan

una estación de tren llena de gente perora en un lenguaje confuso. y un auto rojo lujoso con dos adentro pretendiendo ser un taxi que se ofreció a llevarme a ninguna parte. erré. la conversación ha terminado; hora de bajar, claramente caro, y tomar el recorrido equivocado. sigo intentando fotografiar, sorprendido por todo lo que hay, sin éxito

respirar no es fácil. un azúcar viscoso entra y sale, quemando mis neuronas. son las siete y puedo recordar cuando ayer, desde el tren, vi a un hombre cosechando el sol invernal. quien orgulloso de china; me dijo: bienvenido

este relato es un resumen confuso de las aventuras que viví desde que me subí al avión en santiago el domingo 5 de septiembre del 2010 hasta el séptimo día en la ciudad de wuhan el martes 14 de septiembre. en memoria a la avalancha de emociones que sentí

originalmente escrito el 14 de septiembre del 2010, desde la residencia para estudiantes internacionales de la universidad de tecnología de wuhan